jueves, 10 de julio de 2014

La infancia en nuestro corazón II






Hablamos en la primera parte de la importancia de rescatar a nuestro propio niño y niña interior, de escucharle, atender sus necesidades, cubrirlas en el momento presente, etc. Conocer esa parte de nosotros nos da una mayor conciencia de quiénes somos y por tanto puede ayudarnos a sentirnos mejor.
Muchos de nosotros tuvimos vivencias en la infancia que nos hicieron sufrir y que puede que no estén resueltas en la edad adulta. La buena noticia es que podemos contactar con esa parte nuestra y sanarla en el momento actual. Cuando te sientes mal, cuando reaccionas de manera impulsiva con una persona o situación, pregúntate qué podría necesitar tu niño, qué le faltó, qué necesidad tiene por cubrir que hace que ahora se sienta así, qué hubiera estado bien para él.
¿Cómo conectamos con esta parte que late en nosotros? Propongo un ejercicio de imaginación para sanar a nuestro niño y niña interior.
Siéntate cómodo o túmbate y cierra los ojos. Haz varias respiraciones profundas, trata de relajar tu cuerpo. Imagina tu etapa de la niñez. ¿Cómo eras cuando tenías aproximadamente 4 años? Deja que venga a ti un recuerdo de entonces o visualízate en tu lugar favorito, el lugar donde te gustaba pasar las horas jugando. Cuando estés en él, obsérvalo (a mí siempre me vienen lugares al aire libre, en la naturaleza ☺). También vale si tú mismo ahora creas ese lugar, y convocas allí a tu niño o niña. Lo importante es que puedas captar los detalles, cómo es el lugar, qué hay en él, ¿te llega algún aroma?, ¿qué sensaciones vienen a ti?. También trata de visualizarte con detalle, qué aspecto tienes, cómo te sientes, qué estás haciendo. ..
Ahora imagina que tu “yo adulto” se acerca a ese niño que eres tú cuando tenías 4 años. Le pregunta qué le pasa, cómo se siente, qué necesita. Se trata de establecer un diálogo amable, con comprensión. Puedes decirle a tu niño que ahora tú puedes cuidar de él, que vas a escucharle, a tenerle en cuenta. Puedes abrazarle, mirarle a los ojos: Trátale como te hubiera gustado ser tratado cuando eras pequeño.
Dale protección, apoyo, amor y dile que a partir de ahora tú vas a ocuparte de él, que está a salvo, que lo vas a cuidar y aceptar como merece. Podéis jugar juntos, reír, correr, gritar, tumbaos mirando al cielo, etc. Tu niño y tu niña ahora se sienten sostenidos, mirados, escuchados y eso es sanador.
Puedes hacer este ejercicio de vez en cuando. Cuando sientes que tu parte de niño está dolida, cuando sientes cierta melancolía, tristeza, dolor, sensación difusa de malestar. Ve con tu imaginación a buscar a ese niño, a esa niña y mírale a los ojos, ponte a su altura y háblale con dulzura, pon todas tus fuerzas en transmitirle cariño y aceptación y salir a jugar;-)

Natalia Navarro

No hay comentarios:

Publicar un comentario