jueves, 14 de noviembre de 2013

LO QUE NECESITAS ES AMOR

La expresión libre en la niña y el niño

¿Os habéis fijado en la chispa que tienen los ojos de los niños? Es una chispa de vida, de ilusión, de estar aquí y ahora, una chispa de juego, de seguridad, de sentirse reconocido e importante.
¿Todos los niños la tienen? Claro que no. Es algo natural en ellos si tienen la suerte de crecer en un ambiente amoroso y de respeto pero no así si crecen en el miedo.

Ser niño es fácil si tienes un padre y una madre reconciliados con su niño interior, entre otras muchas cosas, por supuesto. Este es un tema muy profundo que daría para mucho pero no es el lugar para desarrollarlo.
Me gustaría, eso sí, centrarme en la chispa de la infancia y en las cosas que creo que pueden pronunciar ese brillo en los ojos de los niños.

¿Qué necesita un niño y una niña para expresarse libremente? Necesita un entorno adecuado y el acompañamiento de un adulto que sepa ver sus necesidades e intereses. Necesita un ambiente de amor, de respeto, de cuidados, necesita saberse importante y amado. Entonces, podrá desarrollarse y expresarse de manera libre. No tendrá que demostrar nada, ni convertirse en otra cosa que no es.

En mi trabajo con la infancia puedo observar a niños que se muestran retraídos, temerosos, inhibidos, niños que en algún momento han podido sentir que no gustan por lo que son y han tenido que construir un “personaje” para ser amados. Esto puede ser muy doloroso.

En terapia o en los talleres que desarrollamos, me gusta dejarles su espacio para que poco a poco puedan ir liberando los nudos que les impiden ser y jugar en libertad. Porque eso es lo que hace un niño: Jugar. Y jugando crece, aprende, vive, explora, investiga, crea.

Sería bonito aprender a jugar con los niños y las niñas. Si por momentos pudiéramos dejar a un lado la preocupación de la vida adulta y fuésemos capaces de sumergirnos en su juego, podríamos aprender muchas cosas acerca de su manera de entender la realidad, de su forma de descubrir el mundo.


Un poeta dijo que “la verdadera patria es la infancia”. Ayer comprendí esta frase al darme cuenta de que había buscado un lugar para vivir que me devolvía a la infancia. Un lugar con olores a leña, con colores de otoño vivos, reales, con casas bajas y calles silenciosas. Con montaña. Siempre queremos volver ahí porque es un lugar seguro, un lugar que nos pertenece, que no pueden arrebatarnos. Por eso veo fundamental ofrecer una infancia feliz a los niños, una infancia con espacio para el juego, la seguridad y el amor. Eso ayudará y mucho a que sean personas seguras, estables, confiadas y amorosas. Porque básicamente, lo que necesitamos es AMOR.

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